Para ello realizaron un estudio en Dinamarca con una muestra de 1.095 personas. El 94% de ellas visitaban Facebook como parte de su rutina online diaria (el 70% de ellos lo usaba más de media hora al día). Dividieron la muestra en dos grupos. A uno se le retiró Facebook, al otro no.
Lo que sucedió fue revelador. Al cabo de solo una semana las personas que no habían podido acceder a Facebook dijeron que estaban más satisfechos con su vida, en concreto un 88% de ese grupo dijo ser más feliz, comparándolo con el 81% del otro grupo.
Facebook distrae, y mucho: es la principal página para procrastinar, es decir, perder el tiempo (de hecho, el grupo que dejó Facebook reconoció haberse dado cuenta de cuánto había estado perdiendo el tiempo). Quizás por ello mientras que el grupo que continuó en Facebook no dijo haber notado cambios en su vida, los que dejaron de usar la red social de Zuckerberg dijeron tener una vida social más rica y menos dificultades para concentrarse. Irónico lo de la vida social más satisfactoria, ¿no?
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